LA SONRISA DE MAMARU
Algunas veces le miro sin que se de cuenta. Daría igual que notara que le observo, seguro que no se atrevería a decirme nada, pues es extremadamente tímido. El solo trabaja. Tan solo se dirije a mí para decirme tráeme esto o aquello, en su español limitado que nos hace tanta gracia, con su acento africano, de país muy, muy lejano. Luego sigue trabajando, paciente, constante, dócil. No corre, pero no para. Lo que hace de el un buen trabajador. Bebe mucha agua, hace mucho calor, siempre su botella cerca. Echa un buen trago, mira a su alrededor con mirada fría, distante. Me pregunto que estará pasando en este momento por su cabeza. Quizá recuerde las veces que, de niño, acompañaba a su madre a buscar agua, ocho Kms de ida hasta el pozo más próximo, ocho de vuelta hasta su aldea. Primero a su espalda, cuando aprendió a andar, caminando. La gran garrafa llena de agua en equilibrio sobre la cabeza de aquella gran mujer, transportada así, con la habilidad de no derramar ni una sola gota. Sin embargo el solo ha recorrido cinco Mts desde su tajo al grifo, abrirlo, llenar una botella y volver a su corte. Y seguir trabajando. Quizá solo por eso, Mamaru tomo un día la decisión de venir a Europa, atravesar tres o cuatro países a pie o buscándose la vida, para luego arriesgarla cruzando el estrecho en una patera. Quizá pensó que aquí podría ver como era eso de abrir un grifo y al tiempo ganar algo de dinero, mandárselo a su madre y agradecerle así tanto viaje a por agua para darle de beber a su niño o para amasar el pan, cuando alguna vez tenían harina para ello. Mamaru es de Malí, África. Lo he buscado en un atlas y joder, ese país es un desierto. Al verlo me pregunto: ¿Qué tiene que arriesgar un ser humano, cuando a su alrededor no hay nada mas que piedras y arena? ¿Qué le queda? La respuesta es evidente, al menos para mí. Su propia vida. Por eso se la juegan y la arriesgan en un viaje que acaba muchas veces en la muerte. Hay gente aquí que esto no lo entiende. Existe un rasgo llamativo en Mamaru, y no es precisamente su profundo color negro. Mamaru no sonríe. Tengo un compañero que de broma le llama Tristón. ¡¡ ¿Pero como va a sonreír? ¡¡. Viene de un pais carente de casi todo, ha hecho un viaje que casi le cuesta la vida, esta en un mundo al que le cuesta adaptarse porque no es “ su mundo”, le falta el cariño de su familia y amigos y cuando llega aquí ve el rechazo o el recelo de la gente. Ahora tiene trabajo, pero le ha costado Dios y ayuda conseguirlo, le pagan una miseria, pero tiene trabajo, ahora solo le falta cobrar, porque hay individuos (me imagino que lo sabéis) que se dedican a engañar a buenos chavales como Mamaru, los llevan a trabajar a sitios, generalmente obras, subcontratados y luego los pagan mal, tarde o directamente no los pagan, por eso, a lo mejor, algunos de estos chicos no se ríen.
El otro día Mamaru sonrió, nos costo varias bromas pero lo conseguimos. Y creerme, parecía otra persona. Creo que Mamaru y otros como él necesitan algo más que bromas. Quiza esa ayuda y apoyo que algunos siempre prometen pero que nunca vemos llegar.
Mientras tanto procuraremos que Mamaru sonria mas a menudo.
Algunas veces le miro sin que se de cuenta. Daría igual que notara que le observo, seguro que no se atrevería a decirme nada, pues es extremadamente tímido. El solo trabaja. Tan solo se dirije a mí para decirme tráeme esto o aquello, en su español limitado que nos hace tanta gracia, con su acento africano, de país muy, muy lejano. Luego sigue trabajando, paciente, constante, dócil. No corre, pero no para. Lo que hace de el un buen trabajador. Bebe mucha agua, hace mucho calor, siempre su botella cerca. Echa un buen trago, mira a su alrededor con mirada fría, distante. Me pregunto que estará pasando en este momento por su cabeza. Quizá recuerde las veces que, de niño, acompañaba a su madre a buscar agua, ocho Kms de ida hasta el pozo más próximo, ocho de vuelta hasta su aldea. Primero a su espalda, cuando aprendió a andar, caminando. La gran garrafa llena de agua en equilibrio sobre la cabeza de aquella gran mujer, transportada así, con la habilidad de no derramar ni una sola gota. Sin embargo el solo ha recorrido cinco Mts desde su tajo al grifo, abrirlo, llenar una botella y volver a su corte. Y seguir trabajando. Quizá solo por eso, Mamaru tomo un día la decisión de venir a Europa, atravesar tres o cuatro países a pie o buscándose la vida, para luego arriesgarla cruzando el estrecho en una patera. Quizá pensó que aquí podría ver como era eso de abrir un grifo y al tiempo ganar algo de dinero, mandárselo a su madre y agradecerle así tanto viaje a por agua para darle de beber a su niño o para amasar el pan, cuando alguna vez tenían harina para ello. Mamaru es de Malí, África. Lo he buscado en un atlas y joder, ese país es un desierto. Al verlo me pregunto: ¿Qué tiene que arriesgar un ser humano, cuando a su alrededor no hay nada mas que piedras y arena? ¿Qué le queda? La respuesta es evidente, al menos para mí. Su propia vida. Por eso se la juegan y la arriesgan en un viaje que acaba muchas veces en la muerte. Hay gente aquí que esto no lo entiende. Existe un rasgo llamativo en Mamaru, y no es precisamente su profundo color negro. Mamaru no sonríe. Tengo un compañero que de broma le llama Tristón. ¡¡ ¿Pero como va a sonreír? ¡¡. Viene de un pais carente de casi todo, ha hecho un viaje que casi le cuesta la vida, esta en un mundo al que le cuesta adaptarse porque no es “ su mundo”, le falta el cariño de su familia y amigos y cuando llega aquí ve el rechazo o el recelo de la gente. Ahora tiene trabajo, pero le ha costado Dios y ayuda conseguirlo, le pagan una miseria, pero tiene trabajo, ahora solo le falta cobrar, porque hay individuos (me imagino que lo sabéis) que se dedican a engañar a buenos chavales como Mamaru, los llevan a trabajar a sitios, generalmente obras, subcontratados y luego los pagan mal, tarde o directamente no los pagan, por eso, a lo mejor, algunos de estos chicos no se ríen.
El otro día Mamaru sonrió, nos costo varias bromas pero lo conseguimos. Y creerme, parecía otra persona. Creo que Mamaru y otros como él necesitan algo más que bromas. Quiza esa ayuda y apoyo que algunos siempre prometen pero que nunca vemos llegar.
Mientras tanto procuraremos que Mamaru sonria mas a menudo.
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